lunes, 22 de mayo de 2017

No es falta de educación señores y señoras


¿Qué es la pobreza? Son muchas las definiciones y sin embargo, todas coinciden con "la falta de…"; la falta de recursos, la falta de bienes, la falta de calidad en los servicios, la falta de oportunidades, e.t.c. Sin duda, la pobreza está relacionada con la carencia y en mi opinión, tiene dos asideros. Uno, la implementación de políticas excluyentes y dos, la aceptación de estas por parte de los individuos, la creencia de que las cosas son así y nada las puede cambiar. 


Foto tomada  de  Plataforma Reivindicativa
La educación como modelo de transmisión de conocimientos ha operado por más de tres siglos y no se puede negar que sus aportes han sido significativos en términos de difusión, promoción, e interiorización de los valores deseables para una sociedad determinada. En esa medida, para el sistema fue importante incluir cada vez más personas  a las filas de los centros educativos.

Los esfuerzos por la inclusión han sido ganados y en ello hay un valioso mérito.  Pero al parecer, como pasa con los inteligentes(1) humanos, es que este sistema lo hemos  pervertido y ha servido de manera astuta para crear la ilusión de estar incluidos. ¿Incluidos a dónde? Pues al grupo de los que "tienen" y no hay que recalcar que sobre todo, en esta época, se hace cualquier cosa por pertenecer al privilegiado grupo.  Uno siente cierto orgullo al decir que va a entrar a la Universidad, y carece de él cuando no ha ido. Nos cuesta y nos va a costar aún más comprender que la valía del ser humano es llegar a ser, no como un simple cliché sino como una tarea siempre vigente de la cual da luces nuestra manera de vivir.

Llegar a obtener títulos no es el encargo más exigente en la vida, creo que hoy se ofrecen tantas facilidades para ello como para adquirir un vehículo.  Lo que resulta una cuestión no desembrollada aún, y requiere mayor atención, es el para qué de la educación. Para la transformación de la sociedad, se podría responder de manera general. Y sí, algunos hombres y mujeres, algunos acreditados académicamente y otros que nunca pasaron por una universidad han animado los procesos de transformación de la sociedad en una mejor. Sin embargo,   basta con echar una ojeada a los acontecimientos últimos, incluso a los de hoy, cuyos protagonistas causan estupor  e indignación y  encontramos que muchos de ellos han pasado por el proceso apurado de adquirir credenciales en las instituciones más prestigiosas. 

El caso es que entre pobres y ricos, con cartones o sin ellos, encontramos modelos de comportamiento de  humanidad civilizada, así como ejemplos de barbarie. La pregunta que surge es si ni el dinero, dios de nuestro tiempo, ni la "educación" hacen la diferencia, entonces, ¿qué la hace?

Cuando nuestra atención está “enfocada” en el sinnúmero de entretenciones o se podría decir, cuando nuestra atención está tan dispersa que se atiende todo y es imposible pensar en nada, queda  una  de las capacidades  que nos distinguen como humanos empobrecida causando efectos nefastos en la sociedad. Esta capacidad es la de pensar por sí mismos. Es cierto, la pobreza está determinada por causas estructurales pero que se perpetúan con la prerrogativa nuestra, cuando aceptamos e interiorizamos los “valores” que pervierten el orden de Humanidad, por el orden según minorías “expertas”.

No es falta de educación señores y señoras; lo que falta es desarrollar nuestra capacidad de pensar, razonar correctamente, reflexionar,  eso hace la diferencia, y si las aulas fueran usadas para ello, la historia empezaría a cambiar.

No quiero terminar sin expresar mi reconocimiento con el corazón, a todos aquellos profesores dentro y fuera de las aulas,  que ejercen su labor a cabalidad, es decir, que priorizan el diálogo y la co-construcción de conocimiento antes que mantener un status quo adusto y gastado.   

p.d.: Un ejercicio que les propongo es que elijan un tópico o una creencia personal y la cuestionen tratando de inquirir con desprendimiento sobre la “verdad” o no, de ella.

(1)Vale la pena aclarar que aunque   a veces se ha entendido que una persona inteligente, es la que sabe razonar,  he acogido  la diferencia que hace Erich Fromm: “La razón es la facultad del hombre para captar el mundo por el pensamiento a diferencia de la inteligencia que es la capacidad de manipularlo con la ayuda de las ideas. La razón es el instrumento del hombre para llegar a la verdad. La inteligencia es el instrumento del hombre para manipular el mundo con mejor éxito” 

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