Las piedras hablan

Luego de vivir toda mi vida en una gran ciudad, Bogotá, que tiene muchas cosas apreciables y también caos y bullicio,  hoy disfruto de la maravillosa oportunidad de estar viviendo entre la naturaleza, y esto, ha representado un remedio inmejorable para mi mente. Un remedio que me llegó sin estarlo pidiendo porque no sabía de qué adolecía y me está enseñando a vivir. 

Los aprendizajes han sido sencillos pero profundos. El que deseo compartir  hoy es: re-aprender a ver. Ya se conoce el adagio popular que dice, "algunos ven solo lo que quieren ver",  el cual tiene mucho de cierto, incluso a la luz  de  los estudios de la neurociencia.   Para poder ver, el sentido de la vista es insuficiente, necesitamos aprender a hacerlo; en otras palabras, venimos con la potencialidad y las herramientas fisiológicas pero necesitamos estímulos y entrenamiento para poder desarrollar la capacidad de ver. En este mismo aspecto, los patrones de crianza van constituyendo estructuras que determinan qué veremos y cómo lo veremos.  Si nuestra mente es intolerante e inflexible, seremos capaces de ver solo aquello que encaje o esté dentro de los límites que se ajusten a ese patrón y a eso lo llamaremos la "realidad". Lo desafortunado de esto es que dejaremos  por fuera un universo de mundos y posibilidades presentes en lo otro,  los otros, y llamaremos locos a los que no viven dentro de nuestro "minimundo".  

En medio de tanta, pero tanta información, es normal que las personas se sientan desbordadas y confundidas. No obstante,  "la realidad"  será construida con retazos de aquí  y de allá que tendrán como filtro de certeza el hecho de que   coincidan  con nuestras creencias, es decir, será la repetición de la repetición, a menos que hagamos un esfuerzo por abrir nuestros ojos y ver las cosas tal y como son. 

Mientras hago mis caminatas he notado que en verdad, la naturaleza no se repite, es única ,y esto se hace evidente si se comparan dos hojas de un mismo árbol, o se miran las manchas de las vacas  que entretenidas pastan, o las flores que se asoman en montoncitos. Cuando soy consciente de esto, vienen a mi mente palabras que se renuevan en su significado tales como, generosidad, exuberancia, creatividad,  belleza, color, dicha;  para mí misma, así,  se ha ido resignificado la vida. 

A cabo de comenzar una idea con piedras, piedras pintadas a mano.  Las he seleccionado y recogido a las orillas de los ríos o en los caminos que llevan hacia la montaña. Las he recogido en medio del canto silencioso de las aguas o en la sentida alegría de las aves en su vuelo.   He llamado a esta colección "Las piedras hablan". El título se me ocurrió a propósito de aquella ocasión, en la que Jesús hacia su entrada triunfal a Jerusalén y la gente le saludaba con efusividad y con demostraciones de honra; entonces,  los fariseos, personajes  que se consideraban a sí mismos moralmente superiores, se sintieron molestos con tanta algarabía, pero, ¿quién era ese? Se decían... Un hombre corriente, además montado en un asno. Entonces indignados exigieron al Aldeano, "diles que se callen", el Aldeano, que además era carpintero y un Maestro de sabiduría, sonriente (me lo imagino), les respondió, "si estos callan entonces las piedras hablarán". 
Bueno y yo me pregunto, en ese contexto ¿qué hubieran dicho las piedras? Me imagino que manifestarían la dicha del momento. 

Medidas 5cm x 3cm
Valor: $ 10.000

Medidas 6cm X 4cm
Valor:  $ 13.000 

Relatado lo anterior, mi intención es que están piedras nos hablen. ¿De qué?  Pues de lo que nos urja, una palabra es mejor, paz, gratitud, salud, amor, alegría, tenerlas como un recordatorio en el bolsillo, en el escritorio o en la mesita de noche. Todas bellamente empacadas. También las pinto por encargo o cada quien  puede hacer la suya. 

En todo caso, si hoy no nos encontramos con algún Aldeano de antaño, entonces mi deseo es que las piedras nos hablen.  

ZSUMA DIFERENCIA

por la Transformación  del conflicto 

Lucero Bonilla G.