En prácticamente todos los discursos políticos y académicos que predican el desarrollo social, la educación aparece como un aspecto indispensable y relevante en la articulación de cualquier propósito de progreso. Se habla de abrir nuevas escuelas, de mejorar la dotación de las mismas, de propiciar oportunidades para la promoción de maestros, de mejorar las condiciones salariales, de un cambio en el sistema, de estrategias para evitar la deserción escolar y la lista sigue.
Parece que hay un punto de encuentro, entonces al decir que la educación es fundamental y que el propósito de la misma es contribuir al avance de un país. Sin embargo, suponiendo que nos quedáramos sordos y fuéramos impelidos a responder nada más que atendiendo la cotidianidad de la sociedad a la pregunta ¿para qué la educación?, tendríamos difícilmente una sola respuesta pero uno podría atreverse a lanzar algunas:
- Se educa para presentar cifras de gestión.
- Se educa para luego encontrar cualquier trabajo.
- Se educa para tener más.
- Se educa para que se distingan cada vez más unos de otros.
- Se educa para que los estudiantes salgan aptos para competir.
- Se educa para prescindir de gran parte de los conocimientos aprendidos y/o memorizados
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Jean Louis Théodore Géricault (1791–1824) La balsa de la Medusa |
Los retos del presente, del pos-acuerdo, del posconflicto nos plantean un escenario que desafía frontalmente nuestras capacidades, actitudes y experiencia para la transformación cultural de la nación. La educación no es ajena a este reto y por el contrario, es el espacio donde descansan muchas de las esperanzas y encargos del gran trabajo que se debe continuar y emprender. Dejando fuera de discusión la importancia de atender el desarrollo de las habilidades matemáticas, en lenguaje, ciencias y otras áreas del conocimiento, la pregunta que debería guiar y ser transversal a nuestros esfuerzos y los de toda la comunidad educativa es ¿Cuál es la sociedad que necesitamos y queremos?
Respondería, ciudadanos responsables, éticos, con confianza, solidarios, creativos, respetuosos de la vida, capaces de resolver pacíficamente (no pasivamente) los problemas, con criterio para la autodeterminación de su camino, con su conocimiento prestos a contribuir en el mejoramiento de la sociedad, que participan y que a pesar de las dificultades sientan la alegría de vivir. La pregunta es, ¿esta es la clase de ciudadanos que se están graduando o se graduarán? O ateniéndonos a la cotidianidad, ¿es la educación (un mal necesario) una tabla rasa, que permitirá mantener a muchos de esos graduados no más que a flote en el mar de la vida, mientras otros desde hace rato los miran indiferentes desde la comodidad de su bien equipado bote?
ZSUMA DIFERENCIA
Transformación del conflicto
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Teléfonos: (1) 7 435476 - 300 2212691
Bogotá – Colombia.
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