Casi siempre, frente al escenario de corrupción, violencia y demás noticias que se ventilan o las mismas situaciones que experimentamos cotidianamente, respondemos con queja, tristeza, temor, indignación y muchas veces parece que la impotencia fuera nuestro asidero. Pero lastimosamente son pocas las veces que nosotros, ciudadanía, actuamos o nos movilizamos para la transformación. En cierta medida podría decirse que esto se debe a que nos hemos acostumbrado a mirar los problemas públicos (1) como problemas frente a los cuales nuestra influencia es mínima o ninguna o porque los consideramos como ajenos a nuestro quehacer.
La paz no es un tema que escape a esa percepción distante y mucho más si la encasillamos en el proceso que se adelanta en la Habana. Y es en cierto sentido un hecho. Tal vez nunca lleguemos a sentarnos frente a frente con las partes de este largo conflicto que le ha robado a Colombia la posibilidad de crecer y desarrollarse con mayor amplitud. Pero en un sentido más personal, es un hecho que si tenemos la oportunidad de contribuir a la paz, entendida como un bien que tiene su origen en cada sujeto. Ya hemos oído "que no se puede dar lo que no se tiene". En cierta medida la paz empieza con cada uno y avanzar en esta comprensión puede llegar a constituirse en una manera eficaz de movilización por la paz.
¿Qué pasaría si cada uno asumiéramos un compromiso real con eso que llamamos paz? No lo sé; tenemos que empezar a hacer el ensayo y tal vez nos encontraremos con una sociedad que poco a poco se vuelve más dueña de sí misma y sus emociones. Tal vez, nos volvamos más solidarios y pacificadores en momentos de alteración. Tal vez frente al atropello en lugar de responder también violentamente, podamos manifestar nuestra inconformidad con asertividad e inteligencia. Tal vez el reconocimiento de nuestras propias debilidades nos ayude a perdonar la actuación de quien voluntaria o involuntariamente nos ofende. Tal vez, nos volvamos más tolerantes con respecto a quien no encuentra aún su lugar y menos tolerantes con la corrupción, inequidad, pobreza y violencia. Tal vez aprendamos a escucharnos y a vernos con nuevos ojos. Tal vez cuando oigamos noticias desalentadoras, podamos decirnos a sí mismos que esa sólo es una parte de la realidad evitando caer en las etiquetas y generalizaciones. Tal vez en medio del caos cotidiano de pitos y carros, aprendamos a encontrar en nuestro interior un lugar para el silencio y la calma. Tal vez perdamos el miedo a saber quienes somos y se consoliden relaciones más auténticas. Tal vez unamos nuestra voz en una sola para decir que la paz si es posible.
La invitación es hacer un espacio en el día para respirar honda y profundamente; .un espacio para llamar la Paz que vive en nosotros y darle su lugar; un espacio para elevar un pensamiento por la paz de Colombia y decidir firmemente no alimentar los discursos del miedo y la fatalidad. De esta manera mejora nuestra salud mental y física, y contribuimos extensamente para que la paz sea un hecho.
¡Hagamos el ensayo!
(1) Lo público es el espacio de la participación, las actuaciones y decisiones que tienen inferencia sobre todos los ciudadanos. No solo se refiere al Estado.
ZSUMA DIFERENCIA
Transformación del conflicto
www.zsumaporlapaz.com
Teléfonos: (1) 7 435476 - 300 2212691
Bogotá – Colombia.
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